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Los castigos: tipos y recomendaciones.

Descubre cómo corregir los malos hábitos de los peques.

Toca hablar de la parte de la maternidad/paternidad que menos gusta. Esa en la que nos ponemos en el rol de poli malo para marcar límites y poner normas. Porque sí: hay que ponerlas para que nuestros peques aprendan a diferenciar lo que está bien de lo que está mal.

Pero antes de empezar, lo primero, es recordarte que igual de importante es señalar los comportamientos negativos como reforzar las conductas positivas. Aunque en este artículo nos centraremos en las correcciones, en cómo eliminar los malos hábitos. Eso sí, siempre de manera constructiva.

El cuándo:

Lo primero que debemos tener en cuenta es el momento. Saber cuándo regañar es muy importante para que se entienda el mensaje. Desde aquí te recomendamos hacerlo justo tras la fechoría, para que asocie rápidamente que lo que ha hecho estaba mal. A no ser que esto suceda delante de sus amigos, en cuyo caso una mirada de reproche puede ayudar a marcar límites hasta que puedas explicárselo tranquilamente y sin testigos que lo avergüencen de más.

El cómo:

Qué decir y qué no a la hora de regañar: El cómo es super importante. No es lo mismo señalar una conducta que juzgar a alguien. Por eso te recomendamos huir de las frases que pueden acabar etiquetando a tu peque e incidir en su autoestima: “eres malo/a”, por ejemplo. Lo mejor es evitar este tipo de expresiones y cambiarlas por otras que vayan dirigidas a juzgar la conducta: “Esto no se hace”, “si le tiras del pelo le haces daño”, “No por gritar más te entiendo mejor”.

El tono:

Otra cosa a tener en cuenta es el tono. Atemorizar no es buena idea. Y es cierto que puede que, en un primer momento, parezca algo efectivo que corta de raíz la conducta, pero no es algo que ayude a que los peques aprendan, más bien los retrae y los atemoriza, generando en ellos posibles inseguridades. Así que olvida las amenazas, los insultos y los gritos descontrolados, mantén la calma y todo saldrá bien.

La forma:

Ya lo dicen ya: las comparaciones son odiosas, y cuánta razón tienen. Lo cierto es que puede parecer algo educativo lo de ejemplificar con el buen comportamiento de los de tiene alrededor, pero cuando tu peque ha hecho alguna maldad, hablarle de lo buenos que son los de al lado no ayuda y puede minar su autoestima. Por ello lo mejor es que, si tienes que poner un ejemplo de buena conducta, sea la tuya.

El fondo:

Todo, todo y todo lo que le digas cuando riñas a tus peques perderá sentido si no eres consecuente. Es decir: reñir un día y, al siguiente, obviar la misma mala conducta, te resta credibilidad y les confunde. Por eso es importante reaccionar siempre de la misma manera y no hacer oídos sordos por cansancio mental y/o saturación. E igual de importante es cumplir los castigos. Es decir, si los impones, lo mejor será que los cumplas, porque si no se van a malacostumbrar y lo de subirse a la chepa será más que puntual.

El diálogo:

Por más razón que tengas y por más que tu opinión prevalezca tras una mala conducta, lo importante es que les des también espacio para que se expliquen. De esta manera la regañina será constructiva. Así que siempre es bueno soltar un: ¿Por qué lo has hecho? Una muy buena estrategia para ver cómo, mientras responde, coge conciencia y reflexiona con sus propias palabras.

En resumen, regañar es importante, pero no sirve de nada si no se hace correctamente y teniendo siempre en cuenta que los peques son peques y que aprender es un largo camino que lleva su tiempo. ¡Suerte!