Además, la vida está muy cara y las ganas de encender la calefacción se nos quitan con solo pensar en la próxima factura de la luz. Es por eso que hemos decidido hacer una investigación de campo, exhaustiva donde las haya, para encontrar las mejores alternativas al derroche eléctrico. Y es que algunos hábitos o trucos caseros pueden ser grandes aliados a la hora apagar la calefacción, como por ejemplo:
El cuerpo humano se adapta a la temperatura ambiente y, aunque a algunas personas les cuesta más y a otras menos, salir al exterior es siempre importante. Hacer ejercicio o pasear nos ayuda a percibir los cambios atmosféricos y a lograr que nuestro cuerpo se adapte a ellos. Una alternativa a esto puede ser una ducha en la que alternemos el agua fría con la caliente.
Para evitar que el frío se disperse hay que concentrar el calor en las habitaciones que más usamos y, para ello, cerrar puertas es indispensable. Un pequeño gesto como el de aislar los espacios vacíos ayudará a que los espacios más habitados ganen temperatura.
Adaptar tu dieta a la temporada es clave. Con el frío tu cuerpo necesita más calorías para entrar en calor, por eso es importante seguir las recetas consistentes de toda la vida: cocidos, potajes, cremas de verduras y todos esos platos de cuchara que nos hagan entrar en calor desde dentro. De hecho, cualquier líquido caliente puede ayudarnos a ello, por eso las infusiones o las sopas no deben faltar en la despensa.
Digan lo que digan las bolsas de agua caliente jamás pasarán de moda. Sobre todo porque su eficiencia es indiscutible. Una bolas de agua caliente en los pies de tu cama es mano de santo contra los pies fríos. Eso sí, importantísimo: asegúrate de que tu bolsa de agua caliente es de calidad. Nosotras te recomendamos comprarla en la ferretería del barrio.
Si hay un dress code obligatorio en invierno es el de las capas. Ponerte un jersey encima de una camiseta ayuda, y no solo por añadir una capa más de tejido, sino porque las capas permiten adaptar tu temperatura corporal al entorno por cambiante que este sea a lo largo del día. Así, al entrar en la cafetería o en casa podrás quitarte capas y al salir y volver a ponerlas el impacto del frío será menor.
No subestimes el hilo de aire que puede entrar por debajo de las puertas. Parece poco a simple vista, pero te invitamos a que intentes frenarlo y te sorprendas del resultado. Utilizar burletes, por ejemplo, o cinta aislante para las ventanas, puede ser un pequeño gesto, pero implica un gran cambio en la temperatura ambiente.
